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viernes, 28 de febrero de 2014

"El hormoneo de mi cuerpo"

                                            
Hoy por hoy ya sabemos que son las mismas hormonas las que están implicadas en los diferentes momentos de la sexualidad: durante las relaciones sexuales, el parto y la lactancia. 
Son las mismas.
                                                   
 Todas ellas se originan en el cerebro, a nivel del hipotálamo y de la hipófisis: endorfinas, prolactina y oxitocina. Y es que el hecho de parir no es muy distinto que el de tener un orgasmo por ejemplo.
Todas ellas facilitan la simbiosis madre-hijo y promueven que el cuerpo de la madre esté disponible para ello.
Conocemos el papel de las hormonas como impulsoras del instinto maternal desde los años 70, pero parece que aún no estamos promocionando bien ese primer contacto precoz a pesar de todos sus beneficios.
Uno de los primeros experimentos para demostrar que las hormonas despiertan el instinto maternal se realizó inyectando a un macho de tórtolo una cienmilésima de gramo de dos hormonas: progesterona y prolactina. Automáticamente el tórtolo se transformó en una madre protectora de los huevos y los incubaba.
Así pasó también inyectando oxitocina en el cerebro de ratas vírgenes, se transformaban en madres cuidadoras de crías de otras hembras.
                                        

También se ha demostrado que los procesos fisiológicos que tienen lugar durante la maternidad se suceden con un mecanismo de autorregulación y si se interfiere en uno de ellos se altera al siguiente. Sin embargo siempre es posible recuperar la fisiología natural y esto es muy importante para que sepamos que aunque nos separen de nuestro bebé al primer momento, ya sea por cesárea o por cualquier otro motivo se puede recuperar la lactancia y el vínculo si siguen nuestros bebés en contacto piel con piel cuerpo a cuerpo durante todo el tiempo que sea necesario.
                                               
El vínculo entre madre y criatura es el prototipo de todas formas de amor: la maternidad es un enamoramiento, la forma más bonita de enamoramiento. Como dice la frase de: “El parto es la única cita a ciegas donde sabes que vas a conocer al amor de tu vida”. Y es que nunca más en vuestras vidas vais a segregar tanta oxitocina como en ese momento. (Véase entrada Enero "Vengo con la oxitocina puesta")

Además de todas las hormonas que actúan tanto en el parto como en nuestra vida sexual también relacionamos los reflejos de eyección durante toda nuestra sexualidad, como por ejemplo: el reflejo de eyección del esperma, el reflejo de eyección del feto y el reflejo de eyección de la leche. Qué bonito que todo lo que empieza en reflejo de eyección de un esperma acabe en un contacto piel con piel con la vida de alguien, ¿verdad? Liberando endorfinas a más no poder y creando ese vínculo madre-hijo…
Sin demorarme más vamos a hablar entonces de las ENDORFINAS, ya que en la entrada anterior os hablé de la oxitocina.
Me parece buena idea poner a vuestra disposición esta información para que tengáis conocimiento sobre cómo fluiría el parto si no actuáramos sobre él; es decir, si no hubiera inducciones y/o epidurales por ejemplo, y si no nos quedara más remedio que dejarnos lllevar por cómo se adapta nuestro cuerpo y nuestra mente al parto, que es lo que os intento explicar a través de la actuación de las hormonas segregadas durante el trabajo de parto.
Con esto no quiero decir que sea una cosa mejor o peor que otra, ya que cada mujer TIENE que decidir cómo quiere que sea su parto dentro de lo posible pero si que me gustaría conseguir que al menos todas pudiéseis llegar al parto “controlando” vuestra situación de miedo, dolor u otra sensación y saber qué es exactamente lo que ocurre en vuestro cuerpo y…SÚPER IMPORTANTE: QUE OS DEJÉIS LLEVAR.

                                        

En palabras sencillas podríamos decir que LAS ENDORFINAS son la epidural natural de nuestro cuerpo.
Son neurotransmisores producidos en la hipófisis, y tienen propiedades farmacológicas semejantes a la morfina. La beta-endorfina es la que produce el efecto de euforia. Los receptores de las endorfinas se encuentran en la piel, en los riñones, en el páncreas, en el corazón y en el cerebro. Actúan como neuromoduladores, es decir, actúan sobre los impulsos nerviosos bloqueando el dolor en el parto. El masaje, los deportes, el orgasmo, la música y, sobre todo, hacer con libertad todo lo que se desea, produce la liberación de endorfinas.
                                                      
Todas hemos visto a un deportista en una carrera, esforzándose, aguantando hasta el final, gracias a esas endorfinas que les permiten continuar aún más. A la parturienta durante las contracciones también la vemos como un atleta en una carrera de fondo, puedes apreciar su gesto de esfuerzo, de máxima concentración, de dolor, de extenuación; pero al mismo tiempo ves su propia superación y entrega y el triunfo de llegar a la meta por cumplir sus objetivos.

                                
Durante la historia las mujeres han tenido que sufrir por el dolor del parto y las endorfinas han sido las responsables de ayudarnos a soportar el dolor y hasta después olvidarlo. Es muy frecuente oír a las mujeres que han tenido un parto natural en el posparto decir: “no fue para tanto”; “qué bonito”…Y ver a los maridos con caras de: ¿Perdón? ¿Estuvimos en la misma habitación o estoy soñando? Pues sí, los padres no suelen tener ese cóctel de hormonas fluctúando.
Los mamíferos y los seres humanos se protegen durante el parto liberando endorfinas para eliminar el dolor. Transforman la sensación de esfuerzo durante el trabajo del parto en placer, con más potencia que la morfina y no tienen los efectos secundarios de ésta. La madre libera endorfinas si no ha sido tratada con analgésicos. En un parto inducido artificialmente se disminuyen los efectos de las endorfinas.
  Las endorfinas interactúan con la oxitocina y son el principal vehículo de liberación de la prolactina, principal encargada de la lactancia.
Madre y criatura, alcanzan el nivel más alto de endorfinas durante la primera hora inmediatamente después del nacimiento del bebé, intercambian su primera mirada, se reconocen embelesados creándose entre ambos fuertes lazos afectivos. Cuando la madre amamanta a su bebé los niveles de endorfinas llegan a su nivel máximo a los veinte minutos. El bebé también recibe endorfinas de la madre a través de la leche y le produce un estado de bienestar y placidez.
¿No es precioso todo esto?
¡¡¡DISFRUTAD DE  VUESTRA CITA A CIEGAS EN EL PARTO!!!


Hasta la próxima chicas,
Mireia.



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