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lunes, 28 de octubre de 2013

LAS "HIERBAS" DEL PARTO


Y siguiendo en la línea de la historia de la partería hoy vamos a hablar sobre cómo se las apañaban nuestras matronas “tatara-tatara” para practicar su oficio con los pocos recursos que les ofrecía la naturaleza en aquellas épocas y a remontarnos un poquito más en el parto de algunas religiones, cómo la católica en la Edad Media o la cultura maya. Naturalmente con esto no pretendemos que ahora las mamás experimentéis en casa con todas estas cosas pero es una forma indirecta de haceros llegar que el embarazo y el parto siempre fue algo fisiológico y más que natural para el que toda mujer hemos venido preparadas al mundo.
Ya en la Edad Media, durante los primeros meses de embarazo,  hervían aceite hierva del huerto, espinacardo, almáciga e incienso y se aplicaba sobre el estómago. Cuando se aproximaba el parto preparaban un baño con malvas, malvavisco, violetas, manzanilla y corona de rey. Después se untaban con aceite de ajonjolí, óleo de almendras dulces y grasa de gallina. También empleaban piedras sobre la ingle (piedras de águila) o raíces de albahaca, artemisa y dragontea atadas encima de la rodilla. Comían el corazón de una gallina sacado con el animal vivo y cocido en el caldo de la grasa de la gallina y bebían pasas con vino dulce.

Desde muy temprano preocupó la sequedad del tracto vaginal en el parto y de ahí que surgiera esa necesidad de suavizar con ungüentos el canal para que el bebé se deslice pronto, como decía Arib Ibn Sa’id, médico árabe de la época. O también sahumerios en la vagina, para ayudar a dilatar el cérvix. Este médico también dejó reflejado en sus escritos que si la mujer era débil se la prohibirá andar y le alimentará con sopa de pollo magro y miga de pan fresco. Yo desde que leí esto tuve claro que todas las madres descienden de Arib Ibn Sa’id cuando vienen a verte al hospital después de dar a luz.  Además se les provocaban vómitos y estornudos para favorecer el expulsivo. Como anécdota sucedida en la Edad Media encontramos que a la primera esposa de Felipe V, el médico Julien Clèment le aplicó sobre el vientre la piel caliente de un carnero desollado vivo. Le ordenaba no dormir en las horas siguientes al parto, que durante 9 días no se abrieran las ventanas de la habitación y que nadie entrara. En 4 días no comía nada y hasta los 9 no se ordenaba el cambio de ropas. Para calmar las molestias perineo vaginales aplicaba cataplasmas de aceite de almendras dulces (¡éste si que era un buen aceite de almendras y no el de Mercadona!) .

Pues bien, cambiando de cultura vamos a hablar ahora un poquito del parto en los Mayas, que estoy segura que a muchas de vosotras, futuras mamás, os gustaría que adoptáramos estas costumbres aquí en España.


 ¡Atentas, atentas!: Durante los primeros meses de embarazo las mayas no recibían muchos cuidados, más que algunos masajes abdominales a partir del quinto mes para asegurarse que el embrión estuviese en una posición adecuada.  Ahora bien, prestad atención, que ahora aquí viene lo bueno: el papel del marido. Cuando el parto se aproximaba éste improvisaba un pequeño cuarto en un extremo de la casa con una cortina de palmas. Cuando llegaba el momento del parto el esposo se hacía indispensable junto con el papel de la comadrona y la suegra. ¿Por qué digo indispensable? Pues bien, los mayas pensaban que la pareja de la mujer debía compartir el dolor y el placer de dar a luz: por eso, mientras ella está de parto, el marido se sienta en las vigas situadas sobre su cabeza con una cuerda atada a los testículos. Cada vez que tiene una contracción, la parturienta tira de la cuerda. Además, este debía soplar para hacer salir al niño con su aire y con su fuerza. Al final, el marido siente tanta alegría por el nacimiento del niño como la mujer.
¿Qué? ¿Buena idea para ir aplicando en nuestros paritorios, no? Por eso de seguir la cultura maya… Seguro que más de una vendría sin miedo al dolor del parto sólo por el hecho de compartirlo con el marido.
Y ahora, a modo de acabar ya con esta pequeñita entrada curiosa de hoy os voy a poner una lista de plantas utilizadas a lo largo de la historia con su uso en el momento del parto. ¡Muy interesante!  


Ajedrea

Provoca el parto y la placenta. (Dióscorides)
Propiedades afrodisíacas.  En Grecia era consagrada a Dionisos, en cuyo honor celebraban grandes orgias.


Albahaca

Alivia obstrucciones del cuello del útero y el dolor del parto, atrae el feto y la placenta. Antiespasmódica y estimulante
En infusión o en contacto sobre el muslo
Altramuz


Purgante y vomitivo.
Provoca parto y placenta
En ingestión o en contacto
Ancusa de tintorero

Hace descender el feto
Raíz en pesario

Artemisa
De Artemis diosa de las parturientas

Emoliente, provoca el parto, elimina membranas y placenta y feto muerto
En infusión, contacto, cataplasma o baño de asiento
Azafrán

Emoliente, con virtudes oxitócicas: en muchas farmacias no lo recomiendan durante el embarazo.
En infusión, pesario, emplasto o masaje
Castóreo
(sustancia segregada por el castor)

Hace estornudar, facilita el parto, la expulsión de la placenta y del feto muerto.
En ingestión, sahumerio, pesario o sobre la nariz

Cornezuelo de centeno

Acelera el parto. Contiene ergotamina, sustancia uteroconstrictora.
En infusión
Dictamo

Acelera el parto y la expulsión de la placenta. Antiespasmódica, actúando a nivel uterino con propiedades abortivas.
En infusión o en pesario.

Pastinaca o chirivía

Soluciona la retención placentaria








Y nada más, hasta aquí por hoy. Esperamos que os gusten estas introducciones al mundo de la obstetricia y que poco a poco os vayáis animando a enviarnos preguntas y dudas a nuestro mail.

¡FELIZ LUNES!



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